Esta entrada se debería haber escrito el 28 de enero de 2010
Amanece otro día más soleado en Monza. No hay que desaprovechar la ocasión puesto que parece que tengamos una flor en el culo y hemos traído el buen tiempo (llevaban 2 semanas sin ver el sol). Para hoy elegimos ir al centro de Milán en transporte público desde Monza.
Como cogimos el tren en Monza hasta Sesto San Giovanni, y para ir a la estación hay que pasar por el centro, aprovechamos para verlo un poco.
Lo primero que encontramos fue l’Arengario, un edificio donde se tomaban las decisiones que concernían al pueblo. Una vez puestos de acuerdo se anunciaba al pópulo en un balcón. También, debajo en los porches se ubicaba un mercado y se ejecutaban a los maleantes.
Como no puede faltar en Italia, Monza también tiene una bonita iglesia o catedral, la Duomo. No es tan espectacular como la de Milán pero impresiona.
Ya llegamos a la estación de tren y de allí nos fuimos a Sesto San Giovanni. En Sesto cogimos un metro y salimos directamente en otra Duomo, la de Milán. Esta ya es más grandecilla e impresionante, y aunque no subimos arriba (previo pago de 6€) nos conformamos con verla desde la plaza, ya que la última vez que estuvimos por aquí estaba de obras, llena de andamios que tapaban la fachada. A modo de apunte, en ella caben unas 40 000 personas y su construcción se prolongó durante 5 siglos.
En la misma plaza se encuentran las galerías Vittorio Emanuelle, cubiertas en su parte central por grandes cúpulas de vidrio en forma de cruz y repletas de tiendas de ropa de lujo y cafeterías. Recordad que Milán es la capital de la moda.
En Milán poca cosa hicimos más, bueno sí comer con Claudio un rissotto a la milanesa y unos gnocchis que estaban de vicio. En Milán son especialistas en hacer risotto. Como no, no pudo faltar buen vino italiano (muy buenos) y café.
Así que con la tripa llena emprendimos la vuelta hacia Monza, ya notando el frío en el ambiente. Y es que cuando el sol se esconde el frío no da tregua.
Se dice se comenta