El segundo día en las islas amaneció nublado en Las Palmas, pero debido a los vientos alisios y la proximidad de las montañas, en el norte siempre hace ese tiempo. Con lo que decidimos irnos al sur para tener un día de playa soleado.
En media hora llegamos a Maspalomas, principal núcleo turístico de la isla. En este pueblo son casi todo hoteles, pero yendo hacia la playa, te encuentras con las Dunas de Maspalomas. Por momentos te transportas a un desierto.
Las dunas son inmensas (para mí, que no he visto otras que no sean los pequeños montículos que hace el viento en la playa de mi pueblo), tienen entre 5 y 10 metros de altura y ocupan una superfície de 4 km². Lo único que rompe este encanto es darte la vuelta y mirar hacia el norte, todos los hoteles y urbanizaciones construidos al pie de las dunas, impidiendo que estas se regeneren y corran el peligro de desaparecer.
Cruzamos las dunas perpendicularmente como si fuéramos tuaregs, quizás porque no éramos conscientes de lo que puede llegar a cansar caminar por ellas.
Las Dunas de Maspalomas están formadas por dunas móviles que se mueven por la acción del viento (las que tocan a Playa del Inglés); y por dunas estáticas que son las ubicadas cerca del faro.
Cuando llegamos a la orilla apareció la romería de turistas. Cuando entramos en las dunas creía que estábamos prácticamente solos.
Paseando por la orilla en dirección al faro de Maspalomas puedes ver las diferentes zonas que tiene la playa: la nudista, la gay, etc. Con sus canchas de voleibol, sus hamacas y sombrillas y sus “fortalezas” de piedra para protegerse del viento. Además la arena de la playa es negra.
El faro de Maspalomas se encarga de balizar las playas del sur de la isla y está en funcionamiento desde 1890.
Llegando al final de la playa se encuentra la Charca de Maspalomas, una pequeña laguna de aguas salobres supervivientes de las marismas, que en su día se destruyeron para hacer urbanizaciones.
De Maspalomas nos fuimos a Pasito Blanco, donde se ubica un bonito puerto deportivo con urbanización privada. Allí me di mi primer baño en el Atlántico. Estaba un poco fría pero se podía aguantar.
Pasito Blanco
Comimos en la playa tomando el sol y nos fuimos hacia el Puerto de Mogán recorriendo una carretera estrecha que discurre entre acantilados y pasa por pueblos como Tauro y Taurito.
Construcciones en Tauro
Al Puerto de Mogán también se le llama la Venecia de Canarias, o la Pequeña Venecia, por el canal y los puentes que separan el puerto de la playa.
Puerto de Mogán
La Pequeña Venecia
Estuvimos viendo la playa y el puerto deportivo y pesquero con sus casas pintadas de blanco y repletas de flores.
Subimos al mirador que hay encima del núcleo de casas para tener una buena perspectiva del puerto y de la playa. Fueron 192 escalones empinados pero mereció la pena las vistas al mar.
Vista de la playa y el puerto de Mogán
Bajando del mirador
Siguiendo el barranco El Mulato llegamos al pueblo de Mogán, donde se ubica la iglesia de San Antonio de Padua. La aldea también se le conoce como la Carlota Canaria, fundada en la época de Carlos IV.
De Mogán nos fuimos a la Playa de los Amadores, donde vimos un bonito atardecer. Amadores es una playa artificial de fina arena dorada y aguas cristalinas, al servicio de las grandes construcciones hoteleras que hay detrás, incrustadas en los acantilados.
Playa de Amadores
De vuelta a Las Palmas pasamos por Puerto Rico, un enclave turístico apostado a lo largo y ancho de un barranco y que me recordó enormemente a Salou.
Por la noche pude probar el gofio escaldado (una harina de cereales tostados con caldo de pescado) y el pan de matalahúva (pan de anís). Me hinché de mojarlo en mojo verde.
Blosg de Raulito 
Looks like you had a great time here! And wonderful pics, I recognise a lot of that.